lunes, 30 de enero de 2012

Palabra

Conozco la mañana por su canto trémulo. Me trae lo que aún no soy, atravesada por improperios y promesas. Se anuncia mirando a los hombres como cadáveres insepultos. Se especializa en adornar los sentidos y barre los pueblos con su guirnalda múltiple y su gloria desteñida.

El hijo de Dios no ha nacido de nuevo. No vendrá. Veo el pequeño camino del campo por donde pasan los carros de palabras cual pobres y alegres libélulas en desbandada. Van a fundirse contra el sol. Dios es torpe. Toda mi palabra es una torpeza, experta en entrelazar visiones indecibles. Palabras como frutos prematuros llegan a mis labios. Pero mis manos queman versos amarillos de tiempo. Arden viejas puertas de templos. Y desde la piedra surgen nuevas catedrales para encarcelar a las conciencias. A la palabra conciencia. Conozco la mañana pero voy hacia la noche.

A.F.