lunes, 22 de agosto de 2011

Las lenguas también mueren

Las lenguas son expresiones culturales de los pueblos y como tales nacen, se desarrollan y mueren. Hace algunos años, al morir la anciana Yang Huanyi a sus más de noventa años de edad, se llevó con ella el único idioma en el mundo hablado sólo por mujeres.

Era la última conocedora del nushu, un idioma del sur de China que durante al menos 400 años sirvió como lenguaje para las mujeres que querían compartir sus secretos con sus hermanas y amigas, a salvo de los oídos indiscretos de los hombres. La anciana aprendió el idioma antes de casarse, pero sus hijas y nietas no lo quisieron aprender.

Como el nushu, se calcula que por lo menos 6.000 idiomas en el mundo están bajo el riesgo de extinción.

Si entendemos, y sentimos, una lengua, o un idioma, como vehículo de expresión e interrelación de una cultura común, como una expresión viva del individuo y de un pueblo, no podemos hacer otra cosa que lamentarnos ante los datos que arrojan algunas investigaciones.

Aproximadamente el 80% de la población mundial habla 83 grandes idiomas, mientras que existen 300.000 lenguas que sólo las utiliza el 0,2%. Más de la mitad de los idiomas hablados en el mundo no están documentadas por escrito, motivo por el cual un idioma se extingue cada dos semanas, al desaparecer su último hablante.

Los idiomas sudamericanos que corren mayor peligro son el vilela, que sólo lo hablan dos personas en Argentina, y el ofayé, que tiene unos 20 hablantes en Brasil. Otras lenguas que podrían desaparecer pronto son el guató (50 hablantes), el krenak (80), el kabixi (100), el xokleng (250) y el maxakalí (750). Curiosamente, Bolivia tiene el doble de diversidad lingüística que toda Europa, ya que cuenta con 37 lenguas y ocho familias lingüísticas, que son las mismas que hay en todo el continente europeo.

Otras zonas susceptibles de perder esa riqueza cultural en este siglo que comienza son Siberia Oriental, el norte de Australia, el sureste de Estados Unidos y, también en ese país, la meseta noroeste del Pacífico.

Pero también se dan casos positivos. Tras siglos de marginación, el tamazight (o cabileño), la lengua del pueblo bereber, o el kurdo empieza a ser reconocido y respetado por los estados de Argelia y Turquía, respectivamente. O el náhuatl, lengua franca de los aztecas antes de la conquista castellana, sigue vivo después de más de 500 años (en realidad nunca murió, gracias a palabras tan comunes como chocolate, chile, coyote, cacahuete...) y es oficial en la enseñanza primaria.

Una curiosidad: Bi Kidude, probablemente la cantante activa más vieja del mundo es una leyenda viva en su isla natal de Zanzibar (Tanzania, Africa). Un documental que cuenta su vida, muestra con una banda sonora que reúne 100 años de música Suahili, los contrastes dramáticos de la vida de un ícono de la música. Y de la lengua. El título es muy alegórico: "As old as my tongue". Les invito a navegar esa página y a cuidar su lengua.

A.F.

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