viernes, 20 de mayo de 2011

Moza a la carta

Apreciados dioses ya que estáis empeñados en enviarme a una doncella, me siento en el derecho de exigirles un mínimo perfil. Una chica que cumpla algunos requisitos básicos. Ensalzada sea vuestra generosidad si lográis complacerme. (Favor obviar el envío de candidatas catalogadas como feas en el reino humano, así no me haréis perder el tiempo y que me perdonen las feas, que tienen derecho a ser amadas.)

La quiero así:

  • Que no haya cruzado la raya fatídica y sin retorno de los 40 años. Esas se las dejo a mi amigo Homero que le gustan las viejitas.
  • De porte hermoso, pero no cotidiano. Un porte que al verla caminar nos haga recordar a un cisne o una garza rozando las aguas con finura y delicada elegancia.
  • Muy femenina. Toda ella proyecta una fuerza de mujer que le nace en las entrañas y lo arrasa todo a su paso. Una Diosa con cetro de pasión.
  • Es preciso que sea inesperada. Impredecible al momento de desabotonarse o de soltarse algún nudo.
  • Sus labios deben recordarme al color que nace en los primeros instantes de la aurora.
  • Su caricia debe entregarme algo más que la carne. Debe ser como el ámbar de la caída de la tarde o un melocotón maduro jugando a que se desliza por mi mano pero nunca se cae.
  • Que sea leve como un algodón de nubes, pero que tenga su dotación completa de mujer. No la quiero etérea.
  • Debe saber manejar a voluntad su voluptuosidad femenina. Blandir sus armas como una fiera que danza, posee, se aleja y regresa. Y vuelve a empezar ese ritual. Y siempre es nuevo. Fresco. Estimulante.
  • Cuando me hable es porque tiene la palabra pertinente en su boca. Pero prefiero que lo haga desde sus ojos con inocente maldad.
  • Debe ser de rasgos angulosos. Piernas largas y ofrecer la punta de su pelvis desde una cintura en movimiento perenne.
  • Que sus senos sean una expresión latina, no barroca y mucho menos gótica y que sepan iluminar mis noches y llevar mis insomnios al límite.
  • La necesito con cierto volumen equilibrado de muslos y con un vello, liso, frágil y tan suave que apenas lo perciba en la caricia a contrapelo.
  • La imagino de cuello largo, casi independiente del cuerpo. Ese es el escenario para los besos. Allí debe tener la llave para acceder a sus secretos.
  • Sus manos y pies deberían ser discretos, pero saben hablar el lenguaje de la piel si se les convoca.
  • Su piel es un territorio fresco para explorarlo con calma, pero sus repliegues y cavidades deberían ser capaces de quemar. De hacer combustión ante el primer contacto insurgente.
  • La prefiero de grandes ojos, morena y con el misterio de decir sólo lo indispensable.
  • Tendrá una infinita volubilidad de ave pero la caricia profunda la transmuta en fiera, sin perder nunca su gracia aérea.
  • Que sea capaz de embriagarme con su perfume natural, libre de cosméticos y que me cante siempre desde su fuego interior para arder juntos.
  • Como veis apreciados creadores, las exigencias no son imposibles de cumplir para ustedes, que todo lo pueden. Así que si podéis dejar a una criatura así (o mejorada) en mi puerta, yo me comprometo a volver a la monogamia y a creer en vosotros. Estáis pues en capacidad de salvar mi alma pecadora. En vuestras manos encomiendo mi espíritu. Alabados seáis si en vez de una terrestre, superáis mis expectativas dándome una Diosa.

A.F.

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